La nueva realidad

 

Sobre la necesidad y la urgencia de la «República de la Tierra» como gobierno mundial electo directamente por los habitantes del planeta hay tres reacciones típicas: o no se sabe o no se entiende o se hace como que no se entiende.

Quien no sabe percibe el estado nacional como única forma necesaria y posible de soberanía territorial y considera el territorio en el que nació como propiedad privada y exclusiva del grupo de que forma parte. Naturalmente no tiene ningún problema cuando se trata de expropiar y quitar los recursos a los otros.

Quien no entiende imagina a un gobierno mundial interestatal entendido «superestado» o mejor como «estados unidos del mundo». Tiene razón quien juzga que tal hipótesis es irreal y peligrosa  porque una entidad de este tipo sería un imperio con el poder de hacer cualquier elección, hasta despiadada y sofocante, justificándola con el bien de la humanidad. El gobierno mundial de un estado supernacional constituido por todos los estados nacionales tendría el significado de institucionalizar la hegemonía del estrado más potente sobre todos los otros. La historia y la actualidad lo enseñan. 

Quien hace como que no entiende sabe que un gobierno mundial democráticamente electo por todos los habitantes del planeta tendría una autoridad mayor que la de los estados nacionales y de sus organizaciones internacionales. Sabe que un organismo de este tipo influiría de manera positiva en las relaciones entre los pueblos y los estados de todo el planeta y permitiría realizar paz, justicia, libertad y bienestar para todos. Sería el fin de todas las hegemonías  sobre los pueblos, el fin de los privilegios y de la pobreza, de las ideologías y de los mitos. Sería la esperanza.

Es un sueño, una fantasía, una ilusión, una utopía: eso sostiene quien quiete mantener las cosas como están. Pero, desgraciadamente, la realidad no es un sueño y está hecha de 6 millardos y medio de seres humanos, por tres cuartos constreñidos a vivir mal. Y puesto que desde hace al menos treinta años es posible hacer estar mejor a quienes viven mal sin hacer estar mal quienes viven mejor, antes o después va a ser necesario un cambio. En aquel momento, si es aun posible, todos querrán formar parte del sueño, de al idea, de la nueva realidad propuesta por la República de la Tierra.

La nueva realidad no puede ser impuesta o determinada por quien la propone sino debe ser percibida como necesaria y útil desde lo bajo por quienes trabajan y producen y por quienes querrían poderlo hacer. Esperamos que no sea demasiado tarde.  

Jueves 2 de marzo de 2006.

Rodolfo Marusi Guareschi

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